Es oportuno este 26 de febrero ensayar sobre la “unidad” de los cruceños ya que ha sido uno de los términos que representan el fracaso del proceso autonómico del departamento. Y es que el imperativo del deber ser o deber hacer de una u otra manera so pretexto que actuar en contrario afectaría la unidad de los cruceños, ha sido la herramienta para la censura, la supresión del debate y el acallamiento de voces disidentes , contestatarias y críticas.

Y eso fue lo que faltó, mas debate y mas dialéctica para que mediante un proceso iterativo de confrontación de ideas hayamos construido un liderazgo mas sólido, mas idealista y en sintonía con una ciudadanía que demostró militancia, compromiso y voluntad de salir a las calles cuando era convocada por el propósito autonómico.

Difundir mandatos o acometidas cuyo incumplimiento acarrearía la desunión de los cruceños  se ha convertido en la vaina del sable que a punta de demostrar que simplemente era para defender u ocultar intereses creados, ya no funciona como amenaza ni como mordaza.

Lo mismo digo de “tribunales” paralegales de toda índole que tanto gustan a algunos habitantes de este pueblo que nos acostumbró a tribunales de honor, consejos consultivos y otras aglomeraciones que nos hicieron creer que tenían validez suprema cuando para lo único que sirven es para convalidar contubernios o intereses de cofradías y logias de todo propósito.

Ser cruceño moderno obedece a otro paradigma. Espero que lo hubiésemos aprendido después de tantas escaldaduras de los últimos cuatro años. Creo que más que en comunión con logias, comparsas y toda esa institucionalismofilia sacrosantificada, va con la modernidad de la innovación, el valor agregado en su máximo espectro y con el debate y la confrontación de ideas.

Va con la construcción del nuevo cruceño a partir de un liderazgo basado en el compromiso del servicio público de duración determinada, de la renovación del liderazgo y de las organizaciones transparentes y horizontales en contraposición a los verticalismos incontestables y de un sistema bien articulado de premios y castigos.

Viva Santa Cruz libre de la tiranía y del sometimiento. Viva Santa Cruz libre de la sumisión al interés particular. Viva Santa Cruz libre de la tiranía de la estupidez cuyo daño es inconmensurable y viva Santa Cruz libre de los designios de los mesiánicos nacionales y sus émulos locales.